¿Por qué no consolarme en recuerdos?
Ésa fue la petición o mejor dicho la sugerencia que recibí de un buen amigo, no
estoy muy segura de haber entendido qué quería decir con dicha interrogante. Sin embargo, me parece que se refiere a que
debo atender a las cosas que están por venir y, para ello es necesario que deje
de encerrarme en mis recuerdos. Si bien es cierto que recordar es una manera de
ejercitar la memoria, el extremo de caer en los recuerdos es que se deja de
lado el “aquí y el ahora”. Aunque no sepa que quiere decir con ello.
Entiendo que en tanto que pasan
los días, a la par, las preocupaciones son cambiantes. Es decir, cuando me encontraba en los primeros
semestres de estudio en la licenciatura, me ocupaba de entender todo lo que se
decía. Con facilidad me asombraba con discursos adornados, que pese a mi poca
familiaridad con ellos, aceptaba todo lo que decían. Conforme a mi paso por los
demás semestres, ello dejó de preocuparme, pues fui dando prioridad a mi propia
opinión. No es que haya sido indiferente al resto de las opiniones, sino simplemente sólo ponía atención y atendía
a aquellos que consideraba merecedores de ser escuchados.
Me di cuenta de que hay
discursos que solamente pretenden encantar a los oyentes, como una especie de
serpiente que sólo hipnotiza a sus presas. En ese sentido, pude distinguir a aquellas personas que sólo
les importa la fama y en su tarea afanosa de conseguir “fans”, sólo importan ellos mismos. En estos casos, la tarea de la reflexión dista de sus
intereses particulares, pues ello queda de lado, ya que la intención es conseguir la aceptación
de sus palabras. Y los aprendices nos convertimos en espectadores y, olvidamos lo esencial que nos hace permanecer
en esa carrera, el aprender.
Ahora bien, amigo mío, respondiendo a tu pregunta, he de decir que el interés por aprender sigue
latiendo en mí. Mis recuerdos me han
enseñado a no caer en el encanto de algunas serpientes. Pero también reafirman mi interés por la
filosofía. Aunque mi instancia en las aulas se haya caracterizado por el
silencio, considero que el tiempo está a mi favor y, aún puedo expresar eso que hasta el momento
sólo había permanecido en mi pensamiento. Mis recuerdos subrayan mi interés por esta
vida, de saber y aprender. Y me ayudan a no caer en la tentación de
resignarme y olvidarme lo que está por venir. Así que no me consuelo en ellos, sino que vivo de ellos para lo que está por
venir.
Y tú lector ¿vives en tus
recuerdos?
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