Presentación

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viernes, 6 de mayo de 2016

Mirando los negativos de la justicia y la libertad

Mirando los negativos de la justicia y la libertad

Cuando pensamos en la situación en que se encuentra nuestro país actualmente: es decir, el México del crimen impune y los cárteles supremos, símbolo de la maldad moderna mexicana,  -no que sólo ahora sea malo, sino que sólo ahora se ha descarado el mal con tal saña- no atinamos a decir que la solución sea el perdón, pero tampoco creemos en la justicia. Es decir, ni perdón ni justicia son suficientes por sí mismas para recuperar lo que se ha perdido, la paz. Porque, por un lado, pensamos que la justicia es el resarcimiento del daño con un aparente acto de privación, ya sea de la libertad, ya de la vida. Por el otro lado, pensamos que perdonar sólo es posible cuando el que ha hecho mal puede arrepentirse y ser bueno desde el arrepentimiento y hasta el fin de su vida, lo cual parece un cuento aún más risible, porque siempre está presente el acceso al mal. En ambos casos, lo que buscamos es que el malvado no actúe, que no viva libre.
Del lado de la comunidad justa la solución es evidente[1]. Que todos los malvados, que todos los que puedan hacer el mal, estén presos tanto física como anímicamente, es decir, que no vivan ni tengan el deseo de vivir, ya que sólo desearían vivir haciendo el mal. Las Utopías son la solución. Pero resulta que como todos somos factibles de hacer el mal, habría que encerrarnos a todos, esto es lo más justo, si pensamos a la justicia como lo que imposibilita al mal. Pero la justicia no es sólo referente al mal, ya que su materia de conocimiento sería exclusivamente éste, y de la posibilidad de actuar justamente, con miras a lo mejor, nada sabríamos. Con soluciones evidentes nos negamos la posibilidad de actuar, y de actuar bien.
Es precisamente por el conocimiento del bien y del mal que la vida del hombre se vuelve un caos en toda época, pero más hoy, ya que al facilitarse los medios para hacer ambas cosas, la posibilidad de hacer el bien se vuelve más una opción mediática entre tantas, que una forma genuina de actuar. Claro, la afirmación anterior es un problema si es que no aceptamos que el hombre tiende a una teleología del bien. La libertad es el punto atacado siempre que se llega a esta parte de la discusión, pero Libertad no es tener múltiples medios por los cuales actuar, es tener opciones verdaderas, y las opciones verdaderas son el resultado del reconocimiento de lo mejor, o los mejores casos. Una manera de concluir hasta aquí, sería decir que la justicia sólo es preventiva cuando muestra, no sólo los mejores casos, sino los peores, ya que en la ciudad justa lo que siempre se busca es a quién seguir, a quién imitar en honor. Justicia y honor siempre van juntos. Es cierto que la  justicia no puede evitar el mal, pero puede procurar lo mejor, lo más honroso. Reconocer esto es tarea nuestra, por esto no se pierde la libertad, se ejercita cada vez que actuamos con miras al bien, pues nadie está dispuesto a afirmar que la verdadera libertad sea un mal.
Pero en casos como los de estas últimas semanas ¿dónde podemos ver a la justicia, al honor y la libertad? No podemos, porque no aparecen. Es como si adivináramos la silueta de los protagonistas sólo por los negativos del rollo que no se ha revelado. Lo que se nos muestra es la pasividad para ejercer la libertad, el mayor de los bienes. Pero hay que notar que en México la libertad carece del deseo de justicia por parte de las autoridades o los cárteles, por esto reina la violencia, es decir, la ejecución del peor de los males. Así, la impunidad se convierte en la única posibilidad de actuar debido a la violencia, haciendo al Estado de impunidad necesario; y es esto lo más triste de todo, que el mal se haga necesario para actuar, para pensar el bien, sin saber verdaderamente de él, sin ver la imagen clara, tan sólo el negativo de la justicia y la libertad, como si ya no pudiéramos ver ni hacer más el bien.
No hay que caer en la trampa que azuza la desesperanza, es decir, la falsa libertad que hace pensar en la violencia.  
Javel




[1] Entiendo que en la comunidad cristiana el perdón es lo que posibilita el bien, y el regreso a la vida comunal, es decir, la que está atenta al pecado. Perdonar significa procurar el bien sin negar, por ello, que se puede acceder al mal. Sin embargo, mi visión de la relación entre el Perdón y la violencia actual no es muy clara, quizá algún otro MUDO pueda decir algo referente a esto, o ayudarme con la reflexión de ello. 

4 comentarios:

  1. Según lo que dices, me parece que es peor Smerdiakov que Dmitri o Iván Karamázov; es decir, que es peor quien hace que quien se abstiene a hacer el bien o a quien desea hacer el mal.

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  2. Disculpa por la tardanza, pero no había visto tu comentario.
    Yo no estaba pensando en los Karamázov cuando escribí la entrada, aunque se puede pensar, indudablemente, desde ahí el problema.
    En lo que pensaba al escribir esto, era en los múltiples actos de violencia en México, lo cual me llevó a reconocer que al enfrentarnos, y tratar de resolver tal situación pensando en que es un asunto meramente legal, es decir, ajeno al deseo del hombre por hacer el bien, no hay solución real, porque no se ve como algo deseable y bueno, al menos por parte de muchas autoridades y de muchos de nosotros, los ciudadanos, sino que se ve como un asunto de imagen publicitaria, en muchos casos. Entonces me pregunté que si el asunto no es meramente legal, de Derechos, qué es lo que se nos olvida del problema.
    Sucintamente, el problema es que la violencia, causada por el deseo de poder y dominio sobre el otro, es un mal, pues priva de la posibilidad de vivir bien tanto al opresor como al oprimido.
    Con Smerdiakov, me parece que es distinto, pues creo que él busca venganza por, al menos, dos motivos: el reconocimiento de su padre (que no se trata exclusivamente de un reconocimiento público) por saber quién es él, si pertenece a algún lugar, y por las afrentas con Iván, demostrar que él es más un “hombre de ingenio”. Sí creo que es peor hombre Smerdiakov, aunque su suicidio no logro entenderlo.
    No sé si éste último se mata por pensar que jamás encontraría el perdón. Pues los hombres que buscan el perdón, son raros en mi experiencia.

    Muchas gracias por la pregunta, y disculpa lo extenso de la respuesta.

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  3. Lo que te comentaba era por esta parte del argumento: "Es precisamente por el conocimiento del bien y del mal que la vida del hombre se vuelve un caos en toda época, pero más hoy, ya que al facilitarse los medios para hacer ambas cosas, la posibilidad de hacer el bien se vuelve más una opción mediática entre tantas, que una forma genuina de actuar." Por un lado, no hace el bien quien busca el beneficio personal, pues se deja de lado a los demás actores y las posibles consecuencias futuras de la acción; quizás actuaría astutamente. Por el otro, no sólo hace mal quien agrede de alguna manera, sino quien no evita un posible delito (lo cual se llama, si no mal recuerdo, pecado de omisión) y Dostoyevski, con ese personaje(Iván)es con quien mejor piensa el pecado de omisión. Mis comentarios intentan señalar huecos en tu argumento.

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  4. El conocimiento del bien y del mal son, hasta cierto punto, hueros, hasta que los encarna el hombre, o dicho de otra manera, la concreción de ellos no es meramente eidetica. La omisión, desde este punto de vista, podría pensarse como la encarnación voluntaria de la ausencia del bien. Con Iván se complica, porque él sabe que sí puede hacer algo, incluso Aliosha espera que interceda por su familia en la reunión con el starest Zosima.
    En mi escrito, la omisión podría ser un pecado, pero advertí que hablaría de la comunidad justa, precisamente por ver que la relación entre justicia y pecado me era complicada, pues no veo cómo habría interes general del bien, si no se reconoce el bien particular, primero. Creo que algo que he venido pensando podría ayudarnos. El "amor activo" del que habla el maestro de Petesburgo, es lo que podría dar paso a repensar la relación entre justicia y caridad, injusticia y pecado.

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