Aviso
a la comunidad: Si usted es moralista, criticón, asquiento o lo que sea, no lea
lo siguiente. El título es claro, ¿o será un chiste malo, o una broma pesada?
No
hace mucho llegome un correo electrónico
dónde se me pedía escribir sobre escribir. Por falta de tiempo, desidia, ánimo
filosófico – creo que de esto último ni tengo– o lo que ustedes quieran y manden,
no lo hice en su momento; y más porque ya antes he escrito aquí sobre tan
interesante tarea. Sin embargo, creo que ese escrito mío y los otros no han
sido claros completamente en lo que respecta a la concepción que tengo de la
escritura. Creo que en la escritura se vierten las dos características
fundamentales de todo ser humano: la razón y la pasión. En la razón vemos
reflejada la lógica y la argumentación que nos permite hermanarnos con el
lector en la más noble tarea de todo buen hombre: conocer la verdad; en la
pasión encontramos la belleza del discurso que nos atrapa para poner atención
al conocimiento de la verdad. Esta separación no la hago como modificador de la
ontología de la escritura, pues ¿quién soy yo para modificar lo que ésta es? La
hago pensando en que es más sencillo separar un taco en sus diversas partes
para apreciarlo mejor y que esto permita comprender mejor por qué me gusta el
taco; lo mismo con la escritura: la separo para apreciarla mejor, pero
consciente de que no es divisible realmente.
La razón es engañosa y la pasión también. La primera porque
nos despierta las bajas pasiones, y la segunda porque nos fomenta las malas
razones. Escribir nos hace correr el riesgo de engañar o de engañarnos. Engañar
deliberadamente ya atiende a una intención malvada, engañar inconscientemente
nos lleva al mal. El malvado se puede arrepentir, el malo ni siquiera sabe que
eso existe y elige la muerte. Así,
quien escribe con la firme intención de realizar su propia naturaleza, la de
todos, aunque diga malos argumentos, o escriba con estilo soez, se acerca a dar
buenos argumentos y dar belleza en sus construcciones literarias, siendo así más cercano a ser buen hombre; quien asume que ya lo hace, o valora uno por encima del otro,
quizá no debería escribir, pues no puede siquiera serlo. Escribir es el sello
de todo hombre, y le permite autoconocerse y mostrarse a los otros desnudo.
Quien crea lo contrario seguramente se valora mucho como lector.
Talio
Maltratando a la musa
Leer
y escribir
Son
lo público y privado,
son
pie derecho y pie revés;
mano
derecha rasgando,
mano
izquierda haciendo Re;
ropa
para el desayuno,
pa’
la cama desnudez;
inocencia
en el escrito,
sabiduría
en el que lee.
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