Presentación

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jueves, 20 de octubre de 2016

Anemia espiritual

-¡A mí no me gusta leer, qué hueva!-
-¡Yo tampoco leo, si no me lo piden, no creo que sea necesario leer!-
-¡No, pues yo tampoco leo, es muy aburrido!-
-¿Y son felices?-
Los docentes afirmaron tal rechazo hacia la lectura y, respondieron que sí, efectivamente sin ésta ellos eran felices, pues la felicidad es relativa y cada uno definía su propio concepto de acuerdo a sus gustos. Para ellos la lectura es una actividad que no conduce al progreso, por lo tanto no vale la pena llevarla a cabo, pues de ella no se obtendrán beneficios. Además a ningún ser humano, la lectura les parece divertida o productiva. Existen necesidades que exigen ser cubiertas y son prioritarias, esto quita tiempo y es desgastante y, al final del día ya no queda energía para ponerse a leer. Respecto a los gustos, pues es preferible salir a divertirse y “conseguir una vida” que decidir permanecer frente a un montón de páginas. El consejo fue: ¡La vida es corta y no hay que desperdiciarla en cosas de ñoños!
El paso de los años me dio una lección, ya no tenía afinidad con mi grupo de amigos. Y esas afirmaciones me orillaron a preguntarme ¿por qué el rechazo hacia la lectura? ¿No es ésta necesaria para la vida y para ser felices? Seré muy sincera, aún no encuentro la explicación del porqué ellos expresan tal aborrecimiento. Sin embargo, lo único que sé es que es una actividad que propicia al pensamiento, dice mucho y, jamás causará estragos amargos. Tal vez me consideren como una ñoña más que intenta hacer apología bajo la etiqueta de “hipster” que se escuda con el eslogan de “lee cinco minutos al día”. Y si de esta manera les pareciera, habría logrado algo, atraer su atención, para después persuadirlos de que la lectura dista de ser una actividad sin beneficio alguno.
Sin embargo, fracasé al no atraer su atención, por el contrario el rechazo se extendió hacia a mí, pareciera que la lectura y yo éramos radiactivos. Solamente tengo una cosa en claro ¡pobres almas perdidas! Han nutrido tanto su materialismo que padecen de anemia espiritual. Si los hombres nos distinguimos del resto de los animales por tener una alma motora, ellos han decido ser inertes. Pues el pensamiento es un movimiento del alma y ¿cómo sé que mi alma se mueve? Cuando se piensa y, esto solamente es posible en la medida en que se lee. La lectura viene a nutrir al alma y, nos recuerda que no somos un bulto que es aventado y pateado por las circunstancias. Somos seres pensantes, activos y en movimiento, ésa es nuestra naturaleza, y así como se debe atender a las necesidades del cuerpo, de igual manera hay que hacerlo con las del alma. No puede haber disyuntiva en las necesidades corpóreas y anímicas, ambas deben ser atendidas. Si ellos esperan obtener beneficios o regalías, pues que sigan su búsqueda en el lugar erróneo y si han decido negar su naturaleza al permanecer inertes ¡qué Dios los ilumine! Por mi parte, volveré a intentar.



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