Presentación

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jueves, 6 de abril de 2017

Vistiendo lo absurdo

Perder la realidad es la consecuencia inmediata de quien no se conoce ¿qué quiero decir con tal sentencia? Podrían considerarse estas palabras como pretenciosas o, provenientes de alguien con tal cualidad. Sin embargo, la intención es describir un poco lo que ocurre en el entorno. Explicaré con mayor claridad a lo que quiero llegar. En esta víspera de semana santa en mi localidad se acostumbra representar algunos pasajes bíblicos de lo que fue la vida del Cristo. Tradición que, hasta poco comprendí se trata del resultado de la mayor de las hipocresías. Entre túnicas, vestidos y mantos de colores estridentes y, molestos a la vista, se adornan las calles.
¿A caso no se dan cuenta de lo que hacen? ¿No son conscientes de que vestirse así es meramente ridiculizarse y mofarse de ellos mismos? Y me refiero al ridículo en el sentido en que quienes osan en adoptar tal papel son personas que solamente buscan atraer la atención. Es decir, su mayor preocupación es cuidar de sus vicios. Exponerse como personas rectas y de moral intachable. Dar la impresión de que son dignos de portar tales vestidos y, al hacerlo todos sus actos corruptos son justificados. Creen ciegamente tener la admiración y el reconocimiento de los espectadores. Y por ello, defienden tan arraigada tradición.
La realidad dista mucho de su falsa concepción. Caracterizarse y vestirse de esa manera es una mofa de ellos mismos. Me parece que es preferible que cuiden de sus familias, que se responsabilicen de sus actos y, se preocupen por asuntos más importantes como, su propia salud y la de sus hijos o familiares. Refiriéndome a la salud como aquella exenta de vicios. Pues ya que al descuidar de ella la consecuencia inmediata es perder la realidad, subyaciendo que todo sea corrompido y sin ningún sentido. De manera que esta supuesta tradición se trata de un absurdo, una hipocresía, una falsedad.
Han vestido a su corrupta vida con túnicas estridentes, han perdido el suelo que pisan creyendo que lo que hacen está bien. Y no obstante, osan en definirse como personas doctas y estudiosas: escudándose bajo la cualidad de decir que son universitarios y por ello, hipócritamente gritan que solamente ellos saben y son dignos de “mantener la tradición”.  ¿Cuál tradición, de qué hablan? Esto no se trata de tradición sino de no conocerse, de perder su realidad. Si fuesen lo que tanto predican de sí mismos hicieran algo por esta localidad que se la está cargando el carajo. Realismo, señores, realismo es lo que nos hace falta en lugar de andar payaseando.


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