Te escondes tras de la cobija
brumosa que da la nube.
La mar se baja y se sube
ante tu mirada fija.
El calor te palidece
y te llena de contraste,
el firmamento blanqueaste
con tu rostro que florece.
Florece como las damas:
siguiendo un ciclo marino;
se pueden hacer racimos
para iluminar las camas.
Por la noche ruborizas
la sombra del aposento,
la del parque y el convento,
la del rezo y la caricia.
Siendo varias eres una:
roja, blanca, menguante.
No importa cómo te llame
tú eres belleza, eres luna.
Talio
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