En ser el otro está ser uno mismo:
se es ejemplo de lo que otro ha sido
y así entre lo gozado y lo sufrido
se pierde nuestro ser en un abismo.
Se niega lo ganado por lo ajeno:
desdén de la justicia y del cariño;
desea el viejo la juventud del niño,
desea el niño tener un cuerpo pleno.
Se quiere ser tan bueno como Dios
y al mismo tiempo se desea el pecado.
Lo que se ha merecido es despreciado.
Deseamos ser sólo uno y ya no dos.
Deseamos y deseamos con desidia.
Desearlo todo y nada, eso es la envidia.
Glauco
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