Quisiera, sin llorar, decirle adiós
a tantas emociones encontradas
detrás de las murallas del dolor.
No puedo soportar ver tu mirada,
mirarme en ella y sólo ver temores.
Quisiera ser un ciego y no ver nada.
Las sombras se han comido los colores,
dejando los jardines sin matices
sin luces, sin aromas y sin flores.
Se forma la tormenta en nubes grises
y rayos y centellas van partiendo
tus pasos y el camino que maldices.
Debiste haberme dejado muriendo
y no darle a mi vida una esperanza.
Debí haberme seguido destruyendo.
Debí dejar clavada en mí esa lanza
y no fingir que podía ir adelante,
pues el que marcha herido nunca avanza.
Pero quise volver a ser amante:
error: ya que un amante no es un muerto,
y yo no quiero ser un caminante.
No quiero caminar en mundo abierto,
así nadie verá mi desventura.
No quiero ver mi alma al descubierto.
Elijo comenzar una aventura
que no sea placentera ni grandiosa.
Elijo tener una vida dura.
Iré por el camino de la odiosa
mentira que es la vida llevadera
destruyendo en ella cada cosa.
Ya no busco que la gente me quiera,
ni busco compartir felicidad,
sólo busco la muerte venidera.
Y si acaso la vida no es verdad,
esperaré con Machado y Calderón,
morir para afrontar la realidad.
Sigue latiendo el roto corazón
con un ritmo distinto, más pausado,
con un raro placer de desazón.
Jamás creo haber estado enamorado,
más bien estuve viviendo en un engaño,
y la verdad el corazón me ha destrozado.
El corazón fue hecho para el daño,
y mucho tiempo me escapé de eso,
tratando de ser parte del rebaño.
¿Quién dice que el amor está en un beso?
¿Quién dice que el feliz es un buen hombre?
¿Quién dice que está mal ser hombre preso?
No quiero que nadie sepa mi nombre,
ni quiero dar amor por todo el orbe
sólo deseo perderme con la noche.
A mí las alegrías no se me ocultan,
más bien yo no las busco y las rechazo.
A mí las alegrías ya no me gustan.
Ahora debo partir hacia el ocaso,
debo partir a un mundo inmejorable,
dónde la perfección no tiene caso.
Me espera en la senda la miserable
vida que me tocó desde muy niño;
miseria destructora e incansable.
No aspiro a poder encontrar cariño
ni espero un poco de felicidad,
espero andar por ahí con desaliño
en mi ropaje y en mi corazón.
Quisiera profesar que en el amor,
sólo se encuentra una sola razón:
amar es sumergirse en el dolor.
Glauco
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