La tierra verde
levantando sus manos
nos acaricia.
La café tierra
subida en nuestros pasos
nos acompaña.
La quieta hierba
dibuja su figura
en la memoria.
Las pocas flores
dibujan la belleza
del que imagina.
Las señoritas
que van de lado a lado
nos entusiasman.
Y las señoras
que van de un lado a otro
sólo reclaman.
Los jovencitos
también pasan y pasan
emocionados.
Y los señores
se sientan mientras miran
con malos ojos.
Los pajarillos
descargan sus desgracias
en los sombreros.
Y las palomas
arrullan a los hombres
para que callen.
Los vendedores
gritan entre los gritos
que se les compre.
Y las marchantas
dicen por los pasillos
—la vida es cara.—
Niños mugrosos
recogen lo caído
pues no es de nadie.
Los niños pulcros
recogen lo caído
pues es de todos.
Mujeres bellas
que van toda la vida
dando belleza.
El mal se olvida
en un bello paisaje
tan cotidiano.
Glauco
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