Tuyas las gotas, las hojas,
la tierra y los nubarrones.
Tuyos tigres y leones,
abejas y hormigas rojas.
En ti la selva se aloja
y te convierte en salvaje.
Te cubre con el ropaje
del calor y la humedad.
Todo en ti es sexualidad.
Tuyo es todo lo del faje.
Derrites en la mejilla
el sudor de tu interior;
en tus gotas de sudor
escurre la maravilla
de tu centro hasta la orilla.
El follaje de tu piel
padece la herida cruel
de la caricia violenta
y hacia adelante se avienta
haciendo un nuevo recel.
Desgarras espalda y pecho
con unos cuantos zarpazos.
Encierras entre tus brazos,
entre tu pecho y el lecho,
un desgarramiento arrecho.
Acaricias con tal hambre
que tus manos son enjambre
en una tarde de enero;
tus manos son hormiguero,
son caricia hecha de estambre.
Nace en ti la ley antigua
donde el fuerte es vencedor.
En ti se enciende un amor
que la violencia santigua.
La sexualidad ambigua
es en ti la seducción,
la paz y la perdición.
Eres la calma perdida.
Eres la selva encendida.
Eres salvaje pasión.
Glauco
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