Nace en el río de mis venas
esa pasión por la vida
que a veces está escondida
en un estanque de penas
propias y también ajenas.
En el cauce la alegría
se mezcla con la agonía,
con el llanto y el dolor,
da nacimiento al amor,
arché de toda energía.
Tengo fe en que la mañana
mañana será más bella.
Creo que el brillo de la estrella
tintineará cual campana
junto a la niebla temprana.
Creo también que el pastizal
será aposento animal
para la vida en la tierra.
Sé bien que la fe se aferra
a distanciarse del mal.
Mis ojos ven tristemente
como el miedo se hace océano
y no nos damos la mano
ante la intensa corriente
de este mar de miedo ardiente.
Sin embargo, al parpadear
el miedo ya no es el mar,
es ilusión para el ojo
que vio partirse al mar rojo,
es el saber del amar.
Me viene del cielo el bien,
como me viene el Señor.
Es mi existencia una flor
meciéndose en el vaivén
de ser algo y ser un quién.
Todo en el mundo es milagro,
vida nacida del agro.
Todo en el mundo es divino,
por eso en este camino
me dispongo y me consagro.
Glauco
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