El caballo va cansado
siempre al compás del arriero.
Su paso es acompasado
y su ritmo lastimero.
Me pregunto si él sabrá
dónde va, de dónde viene,
como proponía Gauguin
en aquel lienzo perenne.
Tampoco sé si cuestione
el motivo de su andanza,
y menos sé si perdone
o se sume a la venganza.
Él solamente camina
sin meta, con dirección.
En su paso no adivina
los deseos del corazón.
O al menos eso imagino
porque pienso que él no es yo.
Aunque quizá su camino
es el mismo donde estoy.
Glauco
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