Sin saberlo me olvidé
de aquella intención primera
con la que te me acerqué.
Quería ver que me sonrieras
y no mirar nada más.
Quería verte, estar en paz.
Cuando yo te conocí
no supe cómo sentirme.
Sé que desde que te vi
no paraba de reírme.
El mundo ya no fue gris.
Fui en el mundo hombre feliz.
Pero, tonto, me olvidé
de aquella intención primera:
jamás dejarte de ver,
de darte mi vida entera.
Hice del contacto un daño
que no duele y sí es extraño.
Quiero conocerte siempre
y no agotar el misterio.
Quiero acostarme en tu vientre.
Quiero amarte muy en serio.
Hacerte un templo mayor
sin fuego, sí con calor.
No andar en profundidades
del insano entendimiento,
andar por nuestras edades
viviendo a cada momento.
Déjame amarte de cero,
desde aquel punto primero.
Encontrar en mi sonrisa
motivos para vivir.
Hacer de tus ojos brisa
que alimente mi sentir.
Y no olvidarme jamás
que descubrir es amar.
Glauco
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