Llevo en mis manos todos los pecados,
los que cometeré y los cometidos,
los de los buenos y de los perdidos,
los omitidos y los perdonados.
En cada pastizal y en cada rumbo
una huella de mí se habrá quedado,
pues es mi pie mi raza y mi legado:
en todo está mi ser y en mí su mundo.
Si yo no pido amor, pido veneno,
que sea mi corazón el recipiente
de la luna o el fuego de mi gente;
si yo no pido el mal, pido lo bueno,
que en el pecado de mi corazón
alguien pueda encontrar (yo) redención.
Glauco
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