Olor a incienso. Impávido el momento,
inmóvil, quieto, incróspido, inmutable,
se mece en un compás de cuatro tiempos
y nada en el aroma hay que se calle.
No puedo yo saber de esas quietudes,
en mí se mece sólo una quimera
de rostro añejo y párpados azules,
bramando contra un canto de sirena.
Olor a mar, a tierra, a cielo, a monstruo,
atándose a la gema del badajo,
llena la vista mágica de oro
de tontos. Es incienso lo captado,
película indiscreta sobre el todo,
es un “no sé qué sé” en el cuerpo humano.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario