Se van la primavera y el otoño.
Se va la aspiración del nacimiento.
Se va la vida en un soplo de viento.
También se va el rastrojo y el retoño.
Se va la rabia en el manjar del beso.
Se van la siega, el fuego y la agonía.
Se van las puertas y la sinfonía.
Se van pestañas polveadas de hueso.
Todo se va. ¿Qué habrá tras tanta ausencia?
¿Qué quedará de todo lo que ha habido?
¿Qué crecerá en mi corazón podrido?
No lo sabré, no tengo en la paciencia
un templo, una morada. No he podido
saber si continúas o te has ido.
Glauco
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