No existe más amor que el amor muerto
en las arenas blancas de los ojos,
que el amor que se esconde en los rastrojos
restantes al segar el campo abierto.
No existe más amor que el que nos mata,
dejándonos al borde de la vida.
No existe más amor que el de la herida
inerte que al pretérito nos ata.
No existe más amor que el infinito.
No existe más amor que el condenado.
No existe más amor que el recordado.
Ahí en el místico saber del mito
está el amor que arropa los instantes.
No hay más amor que el de los principiantes.
Glauco
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