guardan rabia y malestares,
los ojos son valladares
para el bien de la memoria.
Minutos de vida y gloria
navegan en sendos mares
y resoplan los pesares
el misterio de la Euforia.
No tenemos más qué hacer
ni más cosas qué decir,
todo consiste en vivir
las arcas del padecer.
Florecemos en la flor
del “Perdónanos, Señor”.
Glauco
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