Presentación

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lunes, 8 de febrero de 2016

Una muerte voluntaria

Recordando toda su vida, lo embargó un súbito acceso de lágrimas y heladas carcajadas. Frente a él se cernía la locura o el suicidio
Pensar en la muerte, es una tarea complicada, pero necesaria. Preguntarnos ¿qué es el morir? Es una de esas dudas que nos son lejanas; pero cuando emprendemos el viaje, por tratar de entender qué es el morir, este viaje se ve guiado por determinada circunstancia. De pronto comenzamos a pensar en la muerte, debido a la cercana muerte de alguien o ante la tristeza y desolación, que nos despierta el vivir. Ya que la mayoría del tiempo, es como si se quisiera olvidar aquel fin. Al hablar de la muerte sólo hay una certeza, la ausencia.
La respuesta que formulemos ante nuestra  incógnita por el morir, hará que se modifique nuestro vivir. Puesto que el problema que se encierra en la pregunta por la muerte, es el querer saber si existe algo después de la muerte, y de ser así, si eso es agradable o desagradable, o si por el contrario es ese olvido perene.  Al pensar sobre la muerte,  realidad e imaginación, se ven unidas de manera especial. Al reflexionar en el morir se da inicio de la búsqueda por respuestas infinitas que nos revelen qué hay más allá.
Puede ser que sólo aquellos que se hayan topado con su muerte próxima o que ronde por su cabeza la idea  del suicidio, pensarán de forma más seria a la muerte, por la cercanía. En el primer caso la mayoría de las veces la muerte es pensada como algo triste, que llena de temor, puesto que la muerte ha alcanzado a aquella persona. Muy contrario al que piensa en la idea del suicidio, puesto en este caso se corre a ella. Muchas veces me he preguntado cuáles son los motivos que orillan a un hombre a aceptar la muerte voluntaria, y la respuesta que encontraba, era que un hombre decide morir, ante la desolación y sufrimiento que le despierta el diario vivir, por situaciones que no puede controlar.
Pero al acercarme a  la lectura de Ryunosuke Akutagawa, este pensador que vive con la idea de la muerte, dice que su deseo de morir se ve impulsado por un vago sentimiento de angustia ante su propio futuro; en palabras de él, y vergüenza ante sí mismo. Angustia al verse asechado por la maldad. Su suicidio no tiene más base que un miedo a la locura, que se le manifiesta en su diario vivir. La angustia que vive se ve plasmada en sus páginas, y en cada uno de sus cuentos, así como aquella lucha interna, por tener el valor de terminar con su vida.  Él, puede escribir que después de decidir su muerte la naturaleza le resulta aún más hermosa y que para él  la muerte no es un pecado, sino una felicidad. En este caso particular, la muerte se nos presenta de manera más real, pero al mismo tiempo, ligada a la imaginación del escritor. Él al pensar en su muerte se hace uno más de sus personajes, y al suicidarse se sumerge en su imaginación y su locura. No nos dice qué es lo que le angustia, ni cuáles los pecados que lo atormentan, sólo nos habla de su relación con la maldad y la locura, que lo hacen  pensar a la muerte como una tranquilidad. Cuando la vida se vuelve tormentosa, y el conocimiento de sí mismo, descubre la propia maldad, la idea de la muerte se llena de tranquilidad.
Pensar en la muerte es difícil, ya que nos podemos volver presas de nuestra imaginación o la de otros. La muerte se nos puede presentar como algo que nos libera de los males, que nos de tranquilidad, una nueva oportunidad o como algo horrible, pues nos aleja de las personas que amamos, que es el miedo que la mayoría experimenta, pero siempre la idea de la muerte se ve envuelta en una neblina misteriosa.
“Dios castígame. Por favor, no te ofendas. Esto será mi ruina”
Ryunosuke Akutagawa

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