se me han cansado los huesos
y he, por amor, revivido
aferrándome a los besos
de julio, de junio y mayo,
de los campos y la alcoba.
Por amor no cesa el rayo
ni marchita la jojoba.
No se mueren los suspiros
ni palpitan los desganos,
el amor hace dar giros
a las plantas en los llanos.
Y justo cuando la muerte
se posa en el corazón,
el corazón se hace fuerte
para decir la oración
que habrá de aceptar a Dios
como amor, como infinito.
Se habrá de sentir la voz
lanzando un eterno grito.
Ventanas, puertas y almenas
se disuelven en las manos,
dan paso a las cosas buenas
del alma de los humanos.
Con las huellas digitales
dejamos más que unas huellas,
tomamos lo naturales
que nos son las cosas bellas.
He andado por los recodos
y las sendas. He vivido
las peripecias de todos
de tanto amor que he sentido.
Glauco