Recuerdo que hace unos meses iba en el camión (que por cierto estaba llenísimo) repitiendo en mi mente “no tengo miedo” esperando que así, dejara realmente de tenerlo. Ese día llevaba vestido y, para mi, con ese tipo de prendas la paranoia es más grande. Como siempre, estaba escuchando música, pero en mi cabeza sólo retumbaba esa frase que no parecía cumplir su propósito. Así pasaron unos minutos hasta que me pregunté “¿por qué intento convencerme de que no tengo miedo si en verdad lo tengo?” Es algo absurdo, podría decir que hasta me detiene. No voy a dejar de tener miedo con el simple hecho de pensarlo. Aunque me distrajera de verdad, y me ocupara en otra cosa, dejaría de tener miedo. Sólo no pensaría que lo tengo y estaría (tal vez) un poco más tranquila. En ese momento entendí que es inevitable ese sentimiento, importa el cómo se actúa aún con él.
Hoy no estoy pensando en una situación que tenga que ver con vestidos y violadores o acosadores. En estos momentos es casi imposible no pensar, aunque sea un poco, en la situación del país. Y es por eso que les cuento esa anécdota. Ahora no me encuentro en el área metropolitana, entonces es más fácil dudar y hasta creer en las publicaciones y comentarios o rumores que llegan a mi desde allá. Sinceramente estaba preocupada por todos mis seres queridos pero yo me sentía tranquila y hasta un poco segura. No se había escuchado nada por acá hasta el día de ayer, 5 de enero. Resulta que los famosos “saqueadores” se extienden más rápido de lo que pensamos. Justo ésta tarde (se dice) pasaron por la avenida más cercana a la casa y, es tal el miedo, que preferimos no ir a buscar más tortillas para comer porque los pequeños negocios ya estaban cerrados. Al salir a la calle el ambiente huele a psicosis y temor, y sé que es una “estrategia del gobierno”, pero como dije antes, es inevitable sentir miedo.
Es por ello que decidí escribir esto. Confieso que estoy en casa, aplazando mi regreso a la CDMX para evitar los posibles bloqueos de las autopistas, leyendo a Zambrano y con algo de miedo, pero firme, con mi familia observando el panorama para tratar de saber qué es lo que se viene. Sé que una revolución es algo verdaderamente difícil pero quien sabe, es una opción lejana pero no imposible (aunque en lo personal no quiero que pase, no creo que estemos listos). En fin, suerte para todos y cuídense mucho. Mantengámonos unidos, no sólo como estudiantes o universitarios sino como pueblo, y si tenemos miedo, no dejemos que nos frene.
La chica entre dos planos
No hay comentarios:
Publicar un comentario