Mientras algunos duermen, otros mueren.
Unos buscan los sueños, otros sueñan.
Mientras unos no quieren, otros quieren.
Hay quienes quieren y también desdeñan,
dejan la vida como a un niño chico,
abandonado, y ya nada le enseñan.
No hay distinciones entre pobre y rico.
Si no hay amor la guerra valdrá nada;
soplará muertos como un abanico.
Y en un molino la espiga segada
dará la vida sin ningún sentido;
toda comida está desperdiciada.
Pasando el campo algunos han comido
y creen que saben lo que significa
la corta vida de aquel trigo herido.
La lluvia bondadosa despotrica
en contra del triturador molino,
mas no es con el llover que lo predica.
Tampoco es muerte fruto del destino
la que distingue muertos de durmientes,
es mas bien por labor del asesino.
El asesino no es un descendiente
del viejo Califato fatimí,
es fruto de la humanidad ardiente.
Lo mismo muere el pueblo Sefardí
que aquel venido de los filisteos.
La muerte y guerra funcionan así.
Mientras se mueren, duermen los ateos,
creyentes, místicos e intelectuales,
duermen los hombres libres y los reos.
La guerra nos revela nuestros males
aunque no esté a la vuelta de la casa,
nos hace más salvajes que animales.
La guerra acaba pero nunca pasa.
El hombre ha de llevarla por doquiera,
desde Colombia hasta Franja de Gaza,
donde haya quien se duerma y quien se muera.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario