En mis dedos virutas seductoras
se agravan, pesadas, diminutas.
En el estro dormitan miles de horas
que transmigran en miles de disputas.
Varias guerras, infames, segadoras,
alivianan, del peso, a las virutas,
meciendólas entre uno y otro acento,
entre rimas perdidas en un centro…
En el centro se agobia la cortina
cubriendónos del sol que nos anuncia
que en pasiones la vida se termina
y a pasiones la vida no renuncia.
Se dibuja una pasión muy fina
en el eco del antes que pronuncia
las pasiones contentas en los credos
que palpitan los estros de mis dedos.
Glauco